CARAVANA MUSICAL Y VUELO 605
En mi adolescencia, cuando empezaba el buen tiempo, cenábamos, bastante apelotonados, en el balcón de la casa. Después hablábamos. Los domingos yo cogía un pequeño transistor, me lo pegaba a la oreja y escuchaba “Caravana” de Ángel Álvarez.
Había descubierto “Caravana” y el “Vuelo 605” de casualidad, cuando una tarde de septiembre de 1965 encontré unas hojas en la sección de discos de El Corte Ingles con una “biografia de la semana” dedicada a Los Brincos. Pero lo que mas llamo mi atención fue en la parte de atrás donde figuraba un llamado “Caravana Hit Parade”, cuyo número 1 era nada menos que “Unchained Melody” de The Rightheous Brothers, el 6 “Like a Rolling Stone” de Bob Dylan y el 10 “Colours” de Donovan y por medio otros músicos que aun no conocía, como Jack Jones, Little Anthony & The Imperials, Lesley Gore, o Mel Carter.
Como un ritual ya inquebrantable todas las semanas me pasaba por el Corte Ingles a recoger mi hojita de colores. Y empece a escuchar los programas.
A menudo llegaba tarde al colegio por las tardes, porque el Vuelo 605 terminaba a las tres y media. Salía despendolado por las escaleras, corriendo por la calle, llegaba en cinco minutos. Tenía una escusa razonable para mis profesores. «Mi padre llega de trabajar a las tres y quiere que comamos juntos». Cualquier cosa menos perderme el programa.
Una noche de domingo a mediados de mayo de 1966, mi oreja pegada al transistor, algo que mis padres se habian acostumbrado a tolerar con mayor o menor paciencia, Ángel iba presentando algunas de las mejores canciones de la historia de la música juvenil, que en aquellos mismos días estaban recién publicadas. “I want you” de Dylan, “Strangers in the night” de Sinatra, “When a man loves a woman” de Percy Sledge, “The daingling conversation” de Simón and Garfunkel, “Its a mans, mans, mans world” de James Brown, “The girl of north country” en la version de Hamilton Camp y “L’ Irlandaise” de George Delerue.
Aquel programa fue definitivo para mí. Allí había algo que no se me podía escapar. Y no perdí la ocasión.
La música, desde hacia tiempo, tres o cuatro años, era ya una parte de mi realidad cotidiana.
Cuando estrenaron la película «Help» de The Beatles, fui a verla seis o siete veces seguidas. Mis amigos Juan Manuel Membrillera y Tato, que me acompañaban, decían que exageraba un poco, cuando salía a bailar a los pasillos del cine Lope de Vega, en la primera canción y ya no me sentaba. No era el único. Otros y otras también lo hacían, ante la mirada desesperada de los acomodadores, que esperaban a ver sí de una vez dejaban de poner esa película de aquellos maricones melenudos. No pude ir a su concierto en Madrid. No tenía suficiente dinero. En esta ocasión mis padres no me lo dieron. Creían que iba a haber follones. Me conformé leyendo la crónica en Fonorama y Discóbolo. Viendo las fotos de los conciertos en Francia que publicó Salut les Copains.
Pero Caravana, era más, mucho más. Era el folk, el emergente folk rock, el country, el rhythm & blues, el sonido de California y también Sinatra. La verdad es que tardé en conectar con Sinatra, salvo “Strangers in the night” que me derretía.
Musicalmente uno madura cuando buenamente puede. Y con 16 años y la sangre llena de rock and roll, estas mas cerca de Chuck Berry que del de los ojos azules. Cuando a principios de los 90 apareció el cuádruple compact disc de sus grabaciones en el sello Reprise, durante meses y meses no hice más que empaparme de las 72 canciones, de “Beguin the Beguine”, de “I’ ve got you under my skin” y empecé a comprender el sentido de “It’s a very good year”. Para entonces ya hacía muchos años que disfrutaba con el jazz, la opera y el flamenco.
Y volviendo a aquella noche de mayo de 1966, al día siguiente escribí una carta a Angel Alvarez, pidiéndole hacerme socio de Caravana. Lo que fue una realidad a vuelta de correo.
Así que en aquellos días de primavera del 66, de la mano de Caravana y Vuelo 605 dejé de tener fronteras. Salí de Gaztambide 19, de Madrid, de España y llegue a New York, a Londres, a Nashville, a Chicago, a San Francisco.
Ese mismo verano en Xativa o en Gandia, los domingos por la noche me entraba la desesperación cuando apenas podía sintonizar la Voz de Madrid. Me resignaba esperando con ansiedad recibir la información musical, que me mandaban todas las semanas por correo. Iba a la Farmacia Casesnoves y preguntaba ¿tengo carta de Caravana?. Y así cada vez que me marchaba de Madrid.
Formaba parte de otro mundo, de otra gente. Nunca se lo he dicho a Ángel Álvarez ni a Charlie, ni a Álvaro Feito, pero ellos me ayudaron a sentir la vida de otra manera. A tener la música como algo tan imprescindible como el agua o el aire. Sí, era otro mundo, como poco después me sucedería con el comunismo.
Hoy en un país moderno, libre, democrático, como el nuestro, quizás no se entienda muy bien. Pero en aquellos tiempos negrísimos, el rock and roll, la música de Caravana y el comunismo, era lo único que un joven adolescente podía tener para escapar de esa realidad.
El unico acto de nepotismo que he hecho en mi vida como responsable publico, fue cuando siendo Director General del INSERSO, les obligue a la redaccion de la revista «60 y mas» a que hicieran una amplia entrevista a Angel Alvarez. Entrevista que en cualquier caso tenía mas que merecida. Fue una pequeña muestra de mi gratitud.
Cuando Angel murio, sentí su desaparición con una profunda tristeza. Al final del funeral, mientras una soprano cantaba el Blowin in the wind, tenía ganas de llorar. Pero no fui el unico. Otras muchas personas, en muchos lugares de España sintieron lo mismo. Mandé una carta a El Pais, dándole las gracias. Tenía que haber ido al hospital a despedirme de él.
En aquellos dias tristes, reencontré a viejos caravaneros. A pesar de los muchos años transcurridos y de lo muy mayores que nos habíamos vuelto, seguíamos teniendo esa pasión y coleccionábamos con fervor los «Series doradas», ayudados ahora por un compulsivo pirateo en la red. Y nos reunimos todos los años en abril a comer juntos, rodeados de nuestros recuerdos, de nuestras polémicas, de la música que hoy escuchamos.
Hola Hector,
Soy otro caravanero que, junto a mi amigo Armando, me hice el carnet de socio en el 68, cuando solo teníamos 14 años. Nos juntábamos para oír el Vuelo 605 y nada más acabar salíamos corriendo hacia el instituto.
Me ha encantado encontrar tu blog y actualizar gracias a ti aquellas vivencias… gracias !!
Un abrazo
Manolo M
Hola Manolo
Disculpa que no te haya contestado antes, pero con las fiestas navideñas he dedicado poca atencion al blog.
Me alegra y te agradezco mucho todo lo que me dices.
Y a provecho para decirte que desde hace mas de 10 años nos estamos viendo para comer o cenar, veteranos caravaneros en unos encuentros que resultan entrañables y divertidos. Lo hacemos habitualmente en la segunda mitad del mes de abril. Este año celebraremos el 60 aniversario del nacimiento de Caravana. No se si vives en Madrid, pero en todo caso nos encantaria contar con tu presencia (y por supuesto de Armando si lo tienes localizado).
Estoy encantado de conocerte y ya me contaras.
Un fuerte abrazo,
Hector Maravall
Hola acabo de descubrir tu blog. Supongo que ahora no os reunión, pero soy fan veterana y me gustaría asistir a esas reuniones underground
Thanks so much
Hola Laura
Me alegro mucho de recibir tu mensaje.
Efectivamente llevamos bastantes años quedando en torno a 50 (la mayoria hombres, todo hay que decirlo). Casi todos de Madrid y que fuimos seguidores de Caravana y Vuelo 605 y mantenemos viva la llama de una musica imborrable.
Las comidas son muy agradables y relajadas.
Son en el mes de abril en recuerdo a cuando se creo Caravana.
La ultima fue en abril del 2019. El año pasado estaba convocada pero tuvimos que suspenderla.
Todos tenemos unas ganas enormes de volver a vernos. Y lo haremos en cuanto superemos las limitaciones de la pandemia y por supuesto te añadimos con mucha alegria a la lista de convocados.
En todo caso esta es mi direccion electronica, pues sera mucho mas facil comunicarnos asi: hectormaravall@gmail.com
Un abrazo y hasta muy pronto
Hector
Hola Héctor,
Acabo de encontrarme con tu blog. Te he escrito un comentario que dudo si has recibido, pues cuando estaba metiendo mis datos, desapareció.
Somos más o menos de la misma edad, creo que yo algo mayor. También vecinos por aquel momento, tú de Gaztambide, por el número supongo que la casa de las Flores y yo de Princesa. Me ha extrañado que no comentaras nada sobre las sesiones de Caravana, que Angel Álvarez hacía en público en la emisora la Voz de Madrid, en Hilarion Eslava, antes cine Henares. Tengo muchos recuerdos como caravanero, incluso un sombrero de cowboy, ya no, que Angel sorteaba todos los sábados. También algún domingo por la mañana asistiamos al programa.
He visto la foto del grupo, todos más o menos de la misma quinta que yo, pero no he reconocido a nadie que también pudiera ser de Argüelles. Me gustaría estar en contacto con vosotros y poder asistir a esas reuniones.
Hasta que se puedan realizar, recibid un virtual abrazo,
Carlos