EN LONDRES LLENANDOME DE MUSICA

Llegué a Londres y fui de inmediato a casa de José María Elizalde. Le agradecí sus consejos que me habían permitido un fantástico viaje. Me entregó una preciosa e inmensa postal que Ella me había mandado desde San Francisco. Cariñosa y amable, pero sin darme esperanza alguna.
Tenía por delante un fin de semana y un Festival de Música rock legendario en la cercana ciudad de Reading. No podía perdérmelo. Dejé el equipaje y con el saco de dormir cogí el tren.

Me sorprendieron dos cosas. El precio bastante barato para un programa intenso de 72 horas y lo desordenado que estaba el recinto. No había demasiados asistentes, lo que me llamó la atención dada la fama del Festival y la variedad y relevancia de los músicos que iban a participar.
Las actuaciones duraban hasta muy entrada la noche y el trasiego de gente y el ruido de los que estaban algo pasados de alcohol y droga hacían muy difícil dormir. Durante 72 horas me alimenté de cerveza, muy barata, “fish and chips” y bocadillos de gruesas salchichas. A lo que tendría que añadir caladas de porro que asistentes compasivos me daban de vez en cuando. Lo peor eran los wáteres, por lo que la mayoría del personal meaba en esquinas o detrás de alguna carpa. Hubo varios chaparrones, no continuos pero suficientes para empapar al publico y embarrar todo el recinto.

45 años después, al escribir este post, no recordaba bien quienes actuaron y he tenido que echar mano a Google para refrescar la memoria. Los más conocidos Status Quo, Genesis, Rory Gallagher, Faces, Chris Barber, Commander Cody, Roy Buchanan, Spencer Davis Group, Lindisfarne, Danny Thompson y Tim Hardin. Ninguno de ellos me gustaba especialmente, salvo los tres últimos y la mayoría ya no estaban en su mejor momento, por eso no he retenido ningún musico que me emocionara.

En la noche casi sin dormir del segundo día, pensé en volver a Londres. Lo deseché porque quizás nunca más tendría una oportunidad de asistir a un espectáculo parecido, como así ha sido. El domingo ya muy de noche, una muchedumbre parecida a los personajes de “The Walking Dead”, nos dirigimos a la estación de tren, llenos de barro, de cerveza, de manchas. Recuerdo que muchos iban tirados por los suelos de los vagones y algunos en muy mal estado peleándose con los revisores. Al llegar al final del trayecto descubrí con horror que no era Victoria Station, que no había metro, ni autobuses, ni nada parecido para volver a casa. No sé cuántas horas anduve, menos mal que llevaba un mapa de Londres encima.

Cuando José María me abrió la puerta de su casa, casi no me reconoce y me dice “quítate esas botas asquerosas y metete en la bañera”. Después no se cuantas horas dormí.

Me quedaban tres días en Londres antes de regresar a Madrid. Y los dediqué a lo que aun tenía pendiente, volver al British y visitar tiendas de discos. Encontré un megastore de “HMV” y creí morir. No sabía por dónde empezar, estaba abrumado de la cantidad de discos que había. Después de dar varias vueltas por las diversas plantas, me paré a estudiar el plan. Compraría los músicos que con seguridad no iba a encontrar en España, procuraría que fueran “Greatest hits” o “Best” y dentro de lo posible que no fueran caros, en resumen, Country, Folk, y músicos de los primeros años 60. Empecé por Tammy Wynette, Johnny Cash, Hank Williams, George Jones, Eddy Arnold, Patsy Cline….seguí con Phil Ochs, Tom Rush, Tom Paxton, Judy Collins, Weavers, New Lost City Ramblers, Woody Guthrie….
¡Llevaba tantos años esperando esa ocasión! Por fin estaba realizando un sueño que había ido acumulando cada vez que escuchaba “Vuelo 605” y “Caravana Musical” de Ángel Álvarez. Y allí los tenía, además por un precio inesperadamente asequible.

Elizalde se volvió a llevar una nueva sorpresa cuando me vio entrar con varias bolsas de discos. No me lo dijo, pero debió pensar que estaba completamente chiflado.
El poquísimo dinero que me quedaba decidí gastármelo en tres últimos caprichos. Me fui a un concierto de Johnny Cash en el Wembley Stadium. Tuve que sacar una entrada de las mas baratas y cuando aquello no había esas fabulosas pantallas de hoy día. No me importó, disfruté con pasión al escuchar a uno de mis músicos favoritos y salí traspuesto. El recorrido por el British Museum, siguió pareciéndome escaso. Y lo último, fue ir a comer a un Burger King, nunca había estado y no me iba a marchar de Londres sin probarlo y la verdad es que me gusto.

Las ultimas noches en casa de José María fueron de largas conversaciones con él sobre política. Ambos coincidíamos en la desconfianza ante el giro que estaba dando el PCE con la propuesta de Pacto Por la Libertad y los inicios de lo que después se conocería como “Eurocomunismo”. José María era muy crítico con Santiago Carrillo, pero me sorprendió mucho que sus posiciones iban más allá de lo que pudiera haber imaginado, no compartía la política del PCE en la guerra civil y se identificaba más con la CNT-FAI y en esto discrepábamos a fondo. Discutimos mucho, aunque hacerlo con José María era delicioso, por su tono respetuoso, pausado, amable. Nos despedimos con mucho cariño y yo muy agradecido a lo bien que me había tratado y lo que él había tenido que sufrir con el olor inacabable de mis botas.
Pocos años después José María abandonó el PCE y se vinculó al anarquismo; me causó un gran impacto esa noticia, curiosamente en las mismas fechas en que Ella también se marchó del PCE.
En Paris al subir al tren “Puerta del Sol”, me vio un empleado del coche cama que me conocía de vista, ya que en nuestro despacho de Españoleto 13 teníamos una iguala con los trabajadores de Wagon Lits. Me saludo, le conté de donde venía y al verme cargado de tantos paquetes me preguntó que llevaba; al decirle que discos se quedó perplejo y me preguntó “¿son para venderlos, te los ha encargado una tienda?”. Al contestarle que eran para mí, su asombro fue aun mayor y me advirtió que en Irún la policía o los iba a requisar sin más o me los retendría para que pagara impuestos en la Aduana de la Estación del Norte. Se ofreció a guardármelos él hasta llegar a Madrid. (Poco tiempo después en un viaje a Paris con Javier Sauquillo, Lola González Ruiz, Javier García “Panfle” y mi hermana Charo, los compañeros de Wagon Lits hicieron lo mismo con un enorme cargamento que llevábamos de libros prohibidos, comprados en “Ruedo Ibérico” y en la Editorial “Ebro”).
Al llegar a mi casa de Nicasio Gallego, pasé horas viendo e incluso acariciando una y otra vez los discos que había comprado en Londres y mientras los iba escuchando un día tras otro, recordaba el viaje inolvidable que había hecho por las Islas Británicas, a pesar de la catástrofe sentimental con que se había iniciado.
Cada vez que leo tus experiencias plasmadas en tu blog me quedo con buen sabor de boca, gracias por compartir tus recuerdos con nosotros.
Un abrazo