EN RECUERDO DE ENEDINA ALVAREZ

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Biografía

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Publicado en CATEGORÍA:   Recuerdos.
  14 septiembre, 2022.
HectorMaravall ha escrito 154 entradas.

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Acabo de saber que Enedina Álvarez Gayol ha fallecido. No sé cómo recordarla. Si como luchadora incansable por la libertad, el socialismo y los derechos de los trabajadores, si como militante eurocomunista, si como mujer de una inmensa inteligencia, con su socarrona alegría y a la vez su sentido común, como la madre con enorme cariño pero con ideas muy claras sobre la educación de sus hijas…o simplemente como una amiga que me ayudó, influyó, aconsejó y me quiso durante muchos años.

Enedina fue un pilar fundamental en la construcción de la Confederación Sindical de CCOO en los años difíciles de 1977 a 1988. No estuvo en los lugares de relumbrón, si no en la sala de máquinas, en las duras tareas de la Secretaria de Organización, en el apoyo al desarrollo de las organizaciones territoriales y federales, en el impulso a las elecciones sindicales, en la preparación y seguimiento de los congresos, muy en especial los tres primeros Congresos Confederales, en la constitución de la Comisión Confederal de Organización…

Tuve la enorme suerte de conocerla en los momentos iniciales de la legalización de CCOO, cuando toda la Confederación “cabía” en un piso de la calle Batalla del Salado en Madrid y el personal que allí empezamos a trabajar (dirigentes elegidos aparte), no creo que pasaramos de las diez personas. Desde el primer momento hubo una formidable conexión política y humana que se ha mantenido siempre, a pesar de que con el paso del tiempo optamos por caminos políticos algo diferentes.

Las largas y numerosas conversaciones con ella fueron determinantes para que en la crisis del PCE que ya se iba larvando, yo optara por las posiciones eurocomunistas de Santiago Carrillo y que años más tarde en el sindicato me vinculara a las propuestas de Julián Ariza y Adolfo Piñedo.  

Enedina era una asturiana valiente, incluso audaz, en la defensa de sus argumentos, y aunque hubiera quienes la consideraran radical o sectaria, ella tenía el suficiente pragmatismo para dialogar y llegar acuerdos con quienes tenían posiciones muy diferentes a las suyas.

Ella fue la amalgama de un equipo político-sindical con Ariza, Piñedo, Félix Pérez Carrasco, Juan Ignacio Marín, Andrés Gómez y yo mismo, de debate y reflexión y también de elaboración de propuestas.

Además durante varios años al menos una vez a la semana quedábamos a comer en un italiano, a medio camino entre la sede de CCOO y la del PCE, Julián, ella y yo para ponernos al día de como veíamos las cosas en el partido y en el sindicato, diseñábamos y corregíamos artículos e intervenciones; todo ello en un clima de absoluta sinceridad, amistad y colaboración de camaradas.   

Enedina me enseñó a trabajar con rigor y claridad. A veces le entregaba un trabajo, una conferencia, un artículo, un informe, y me lo devolvía lleno de tachaduras. Me explicaba siempre razonablemente porque tenía que modificar lo que había escrito. Así aprendí mucho.

Pero no solo hablábamos de política o sindicalismo. En los largos paseos que dábamos alrededor de la sede confederal en lugar de desayunar o despues de comer, me ayudaba mucho a “hacerme adulto”, a afrontar mis crisis familiares, a entender lo que era el feminismo, a darme pautas para afrontar la educación de mis hijos.

Era divertida y algunos fines de semana pasamos ratos estupendos en su casa de Majadahonda, con las cenas que nos preparaba con la colaboración de Belén Pinies, Ana Pablos y Nicolasa. Y alguna vez, cuando tras dos o tres cubatas yo le echaba los tejos, me miraba con cara socarrona y me decía “venga Hector a dormir que ya es muy tarde”.

Vivimos con angustia y algo de desesperación el terrible desastre electoral del PCE la noche del 28 de octubre de 1982 en la sede del Partido, con los pocos que se dignaron pasar por allí para compartir la derrota. Y siguieron otras fechas duras, la perdida de la mayoría en el Congreso del PCE y nuestra posterior expulsión. La perdida del Congreso de CCOO y el subsiguiente ostracismo de buena parte de los que éramos considerados “carrillistas” (de lo que por cierto yo me libré gracias al apoyo de José María Fidalgo, que desde luego nunca olvidare).

A principios de los años 90 nuestras opciones políticas se separaron. Ella con la mayoría de los militantes y dirigentes del Partido organizado por Carrillo (Partido de los Trabajadores de España) se integró en el PSOE, y yo me fui a Izquierda Unida con el sector que se estaba aglutinando en torno a lo que sería Nueva Izquierda con Diego López Garrido.

Enedina siguió dando la batalla por sus ideas en el seno del PSOE, no siempre con buenos resultados.

Quedábamos a veces a comer. A ponernos al día políticamente y también de las vicisitudes personales.

Años despues ella y Adolfo se fueron a vivir a una playa de Almería. Cuando volvíamos a hablar me pedía que fuera verlos y pasar unos días con ellos. Ahora siento mucho no haberlo hecho.

La ultima vez que comimos juntos con lo que iba quedando del grupo de amigos carrillistas, poco antes de que empezara la pandemia, volvimos a comprobar la gran sintonía que seguíamos manteniendo y cuando le conté como iba el desastre de mi vida sentimental, le saltaron las lágrimas. Quizás fue un presentimiento de que nunca más nos volveríamos a ver.

Por último resaltar que estoy convencido de que en una sociedad menos machista que la nuestra, Enedina hubiera tenido importantes responsabilidades institucionales. Lo valía y mucho.

Toda mi solidaridad y cariño para Adolfo, para sus hijas y para quienes en un periodo de su vida estuvieron muy cerca de ella.

No la olvidare nunca.

 

 

 

 

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2 comentarios en “EN RECUERDO DE ENEDINA ALVAREZ

  1. Enedina fue una gran persona,con una gran humanidad,valentía y fuerza de voluntad.
    Me ayudo también a mi,en la época de las sanciones a los carrillistas en CCOO.
    Siempre estará en mi recuerdo…

  2. Me enteré hace unos días del fallecimiento de Enedina y por casualidad encontré tu escrito en su recuerdo.
    Tu entrañable texto es un maravilloso retrato de quién era ella, al que no creo que se pueda añadir más.
    Desde que volví a Madrid muchas veces me hubiera gustado volverla a ver pero no llegué a tiempo.
    Me sumo a tus deseos de solidaridad y cariño para Adolfo, para sus hijas y para todo su entorno.
    Creo que todos los que la hemos conocido de cerca nunca podremos olvidarla.
    Un abrazo

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